Avance del libro
INTRODUCCIÓN
“Todo gran artista nos arrebata y nos contagia, despertando toda la capacidad creativa que haya en nosotros; y como ya tenemos una idea de grandeza y ciertas aptitudes para ella, nos imaginamos fácilmente que el germen lo llevamos dentro” (Goethe)
Orwell escribía en su obra 1984 lo que se nos presentaba un mundo distópico de gobiernos autoritarios, no muy distinto al que tenemos hoy en día pero mucho más definido y estilizado para hacerlo más evidente al lector, en una de las propagandas del gobierno y el Big Brother, que “La libertad es la esclavitud”, más otras verdades del ministerio similares también eran promulgadas en la neolengua o simplificación sucesiva de esta: “La guerra es la paz, la ignorancia es la fuerza”. El ocio como forma de libertad ha sido promocionado y significado como nivel de estatus desde casi el principio de la civilización. El ocio era indispensable para el surgimiento de poetas, filósofos, escribas y artistas, también para mantener a las masas entretenidas y legitimadoras del poder dominante, es un arma de doble filo que sirve a varios propósitos, tanto expandir nuestra mente y procurar descanso o ejercicio, así como provocar adicciones, pasividad, alineamiento, pérdida de capacidades cognitivas e incluso enfermedades mentales y físicas, pero en este trabajo voy a centrarme más en el ocio y la cultura como forma de dominio, manipulación y control de la sociedad.
Aunque probablemente estemos más cerca de Brave New World de Huxley, por aquello de las drogas (el Soma en vez del chocolate), la estética clasista, la eliminación de la diversidad cultural y el arte, la filosofía, el amor, la propiedad, pero no así la libertad sexual y ciencia, y aunque ambas obras son críticas del socialismo y comunismo, pero también consumismo capitalista “Fordiano” y la guerra, e incluso el anarquismo (los salvajes no sometidos a la ingeniera genética), las vemos a día de hoy más relacionadas con el neoliberalismo protagonista de nuestras vidas, tragedia y comedia, de la que muchas veces solo somos espectadores. Otras obras como: Distopia, la Isla o Fahrenheit 451, merecen mención por su estética y aciertos de sus autores que reflejaban sus sociedades en las que vivieron y su idea del futuro casi visionaria, pues mezclando unas y otras, nos vemos envueltos en una sociedad que no tiene nada que envidiar en cuanto a terroríficas con algunas de esas fabulaciones.
El ocio también puede ser vía de escape y de rebelión contra el domino, como forma de tener una vida útil, propia y diferente al del conjunto, pero para ello se necesita disciplina, herramientas y voluntad de ser, más allá de un pensamiento pesimista y nihilista de un Schopenhauer influido por las filosofías hinduistas a las que luego seguirían otros pensadores occidentales.
En las doctrinas orientales, solo nos movemos por deseos irrealizables, oscuros, primarios y en muchas ocasiones irracionales porque son nuestra naturaleza, esto nos crea anhelos y tormentos, y el desapego de ellos la receta no para ser feliz, pero si al menos para no sufrir. Pero, ¿cómo lograrlo en un mundo lleno de estímulos y condicionantes que dirigen nuestra conducta al consumo y necesidades vacuas que nos atormentan y hacen solitarios, egoístas y huecos?
La estética y los medios técnicos dan forma a un nuevo arte; el arte del control a través del placer inmediato e irracional de sucumbir a los más primarios deseos, a los ocultos, a los masificados, a los lujuriosos y satisfactorios, y no dejarse llevar por ellos nos acarea tristeza, soledad, indiferencia, exclusión y vergüenza.
La vida ascética no parece una alternativa ni laboral ni vital, nos deja fuera del sistema y de la sociedad que se alimenta y es alimento de ella, una insatisfacción no comprendida por aquellos que han sido educados en todos los entornos familiares, educativos y profesionales en tener metas y lograrlas a toda costa, la virtud del “es mejor y más fuerte el que menos necesita” se considera una aberración en un mundo que necesita que produzcamos y necesitemos para serle útil, y ahí es donde entra el motor del arte, moda estética, el ocio industrial y el mundo de consumo global donde el ocio de los más pobres y explotados es fuente de aspiración para seguir produciendo el ocio de los más ricos y vividores del producto de las castas y jerarquías sociales.
¿Debemos pues luchar por un ocio efímero e instantáneo Carpe diem que nos proporcione una felicidad fugaz y fulminante o dejar de que nos usen como medios para lograr nuestros propios fines librándonos de los grilletes invisibles del eterno retorno con un ocio instrumentalizado para ello?
Ocio como pérdida de identidad sumada la alineación enajenación del obrero y sumisión a las cadenas de producción y consumo, medio para evitar nuestra propia personalidad y estética, nuestro propio pensamiento y diferenciación sustancial existencial que da color a la sociedad, como ya expusieron antes otros filósofos y filósofas.
Estética del plato exótico, el arte de hacer tu vida privada pública en las redes, de ser el vigilante y fan de los demás, de tener la mayor audiencia y seguidores como herramienta de modificación de conducta e influencias de consumo, estéticas simplistas y placenteras, algoritmos y diseños de embellecimiento y marketing de productos, adicción al trabajo y labor voluntaria, o trabajo como ocio, entra dentro de categorías de la ciencia ficción y distopías que podríamos encontrar en ese tipo de literatura y al que nos han acostumbrado como algo habitual si nuestro objetivo es avanzar y prosperar dentro del sistema y llegar a ser como nuestros ídolos o señores.
Ocio y estética también usada como herramienta política “libertad de beber”, “libertad de imponer”, “libertad de hacer dinero a costa de los demás”, formas de propaganda que apelan a conceptos tergiversados y a los que ya Orwell hacía referencia, la democracia representativa estatal enmascara una dictadura como decía Dostoyevski, haciendo que el prisionero no sepa nunca que está en prisión, creando un mundo de sombras y luces en movimiento que, si bien no son los mismos de la alegoría de Platón, opacan el discernimiento y la razón del espectador para su ilusión y disfrute. Panem et circensen, del poeta satírico Juvenal, también denunciado por Marx en sus tiempos, y por otros filósofos más libertarios.
Ya Kant, consciente de esto, afirmaba que el ser humano de verse como medio y no como fin para lograr tus objetivos; la industria del ocio, del amor líquido o del ligue, del cine propagandístico y literatura de autoayuda, la música diseñada y simplificada para un consumo sin critica alguna, para el objeto del placer rápido y superficial, son solo otras más de esas herramientas que denunciaban los filósofos críticos y que, precisamente, siendo la filosofía como ocio, es sustituida por esta alternativas menos reveladoras, saludables y económicas pero más rentables y asumibles para los que se lucran de ellas, para los que en alguna ocasión si han tenido una mejor posición y educación y utilizan esas herramientas para su beneficio personal que se nutre de la inconsciencia y generación de riqueza de sus seguidores, aun siendo contraproducente y dañina a corto y largo plazo, no se considera ya que al igual que las masas el pensamiento cortoplacista se acaba instalando en toda la sociedad indistintamente de las clases.
La felicidad no es solo un sinónimo de placer, ni se consigue eliminándolo este, o alcanzando la perfección estética o ética, es una ilusión, inalcanzable, una zanahoria a la que no podemos renunciar, pues es nuestra guía en nuestra breve existencia, pero debemos moderarnos en nuestros ímpetus y placeres, como decía Aristóteles, no dejarnos someter por las pulsiones Freudianas y las necesidades ficticias que nos encadenan y endeudan con fantasías y lujos que debilitan nuestro ser y criterio, nos hacen esclavos de la libertad y felicidad que tanto buscamos y que nunca serán suficientes, así como tampoco debemos caer en la falta de aliciente para vivir que el nihilismo en parte oriental promulga, sino detenernos a hacer las preguntas correctas, descubrir nuestras propias motivaciones y fines, pues la filosofía nos ayuda a eso, a afrontar la vida como una carrera hacia un fin, y afrontar este final de la mejor manera posible, mirando nuestro recorrido con orgullo y la satisfacción de haber contribuido a un progreso y mejora de la sociedad, en la medida de nuestras posibilidades, y una mejora de posibilidades y oportunidades para los que han sido despojadas de ellas, ya sea de forma natural o artificial, yendo más allá de lo que nuestra limitaciones iniciales nos puedan cercenar y no menos de los que el mejor de los mundos posibles no pueda permitir.
BLOQUE 1: LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
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