sábado, 7 de diciembre de 2013

Encuentran a los guardianes de las ‘Puertas del Inframundo’

Arqueólogos que excavaban en Turquía se han encontrado con los guardianes de las ‘Puertas del Inframundo’ —dos estatuas de mármol únicas que alguna vez sirvieron como una mortífera advertencia en la antigua ciudad de Hierápolis, cerca de Pamukkale.


Conocidas como las Puertas de Plutón —Ploutonion en griego, Plutonium en latín— la cueva tenía fama de ser la mismísima puerta al inframundo de la mitología grecorromana. Este lugar “infernal” fue descubierto a fines de marzo del presente año por un equipo liderado por Francesco D’Andria, profesor de arqueología clásica en la Universidad de Salento.

 “Las estatuas representan a dos criaturas mitológicas: La primera es una serpiente, un claro símbolo del inframundo; y la otra se trata de Cerbero, el perro de tres cabezas que custodia la puerta del Hades”, dijo D’Andria. 

Enrollada en sí misma, la serpiente luce amenazante para cualquiera que intente acercarse, mientras que el Cerbero de poco más de 1 metro de altura se asemeja al Kangal, perro pastor de Anatolia. 

Ritos para el Dios de los Infiernos

 Las esculturas fueron encontradas recientemente, pero ya en las excavaciones anteriores de este año, cuando desenterraron los restos de Plutonium, las investigaciones habían revelado fuentes de aguas termales, las cuales eran las responsables por las terrazas blancas de travertino. 

Ambas estatuas de mármol emergieron desde las aguas termales, dejando pocas dudas acerca de la naturaleza infernal del lugar. La cueva era descrita en la antigüedad como llena de vapores mefíticos: 

“Este espacio estaba lleno de vapor tan neblinoso y denso que uno apenas podía ver el suelo. Cualquier animal que pasaba al interior conocía la muerte instantánea. Le arrojé gorriones y éstos inmediatamente tuvieron su último respiro y cayeron.” ~Strabo, geógrafo griego (64-63 a.C. – 24 d.C.)

 “Ellos en realidad murieron de forma instantánea debido a los gases de dióxido de carbono”, aclara D’Andria. 

El relato de Strabo fue confirmado durante la excavación, a medida que el equipo de D’Andria encontraba aves e insectos muertos en las cercanías de la entrada. 

En la investigación previa, los arqueólogos también encontraron restos de un templo, una piscina y una serie de escaleras ubicadas sobre la cueva —todo coincidiendo con las descripciones antiguas.

El sitio era un destino importante para los peregrinos. La gente observaba los ritos sagrados desde las escaleras sobre la puerta de la cueva, cuando sacerdotes sacrificaban toros a Plutón. La ceremonia incluía el llevar los animales hacia la cueva y arrastrarlos de vuelta muertos.

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