sábado, 27 de febrero de 2021

La Vía Láctea, cementerio galáctico, y posibles colapsos


Es una pregunta recurrente en nuestras mentes y que intentamos responder: ¿Hay otras formas de vida inteligentes en el universo -además de los humanos- capaces de fundar una civilización? Hay muchas teorías que intentan explicar la absoluta falta de señales alienígenas. Por ejemplo, un reciente estudio ha concluido que la vida inteligente podría haber aparecido varias veces en la Vía Láctea, pero la gran mayoría de estas civilizaciones se habrían extinguido. Es decir, la mayoría de civilizaciones que una vez salpicaron la galaxia probablemente habrían acabado autodestruyéndose, como va camino de hacer la nuestra.

¿Somos tan únicos y especiales?

La mayoría lo duda. Dado que hay innumerables estrellas en la Vía Láctea e innumerables galaxias en el universo, debe haber otras civilizaciones por ahí. Es bastante posible que no seamos los únicos a la deriva en la aterradora oscuridad del espacio exterior.

¿Civilizaciones muertas?

Para llegar a esta conclusión, un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de California, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y la Escuela Secundaria de Santiago, utilizaron la astronomía y el modelado estadístico para tratar de calcular cuánta vida inteligente podría haber estado viviendo en nuestra galaxia. Aplicaron la ecuación de Drake de búsqueda de inteligencia extraterrestre, para descubrir cuándo y dónde era más probable que viviera vida inteligente antes de que acabaran autodestruyéndose en un plazo determinado por los últimos 8.000 millones de años. Esta famosa ecuación fue popularizada por el mítico divulgador científico Carl Sagan durante su serie “Cosmos”.

En el nuevo trabajo, los autores analizaron una serie de factores que se cree influyen en el desarrollo de la vida inteligente, como la prevalencia de estrellas similares al Sol que alberguen planetas similares a la Tierra; la frecuencia de supernovas mortales emitiendo radiación; la probabilidad y el tiempo necesarios para que la vida inteligente evolucione si las condiciones son óptimas; y la posible tendencia de las civilizaciones avanzadas a autodestruirse.

"Si bien ninguna evidencia sugiere explícitamente que la vida inteligente eventualmente se aniquilará a sí misma, no podemos excluir a priori la posibilidad de la autoaniquilación", exponen los científicos. "Ya en 1961, Hoerner (1961) sugiere que el progreso de la ciencia y la tecnología conducirá inevitablemente a la destrucción completa y la degeneración biológica, similar a la propuesta de Sagan y Shklovskii (1966). Esto está respaldado por muchos estudios previos que argumentan que la autoaniquilación de humanos es altamente posible a través de varios escenarios que incluyen, entre otros, la guerra, el cambio climático y el desarrollo de la biotecnología".

Los resultados

Los datos arrojaron que la probabilidad de que surgiera la vida alcanzó su punto máximo a unos 13.000 años luz del centro galáctico y 8.000 millones de años después de la formación de la Vía Láctea, por lo que podríamos asumir que la vida aparece con una frecuencia razonable y eventualmente se vuelve inteligente (nosotros estamos a unos 25.000 años luz del centro galáctico, y la civilización humana surgió en la superficie del planeta unos 13.500 millones de años después de la formación de la Vía Láctea).


Hay que tener en cuenta que nuestro Sol tampoco tiene nada especial: es joven, de tamaño mediano y similar a miles de millones de estrellas en nuestra galaxia. También se cree que hay entre 100 y 400.000 millones de planetas en la Vía Láctea y teniendo en cuenta que, al menos, ha aparecido vida inteligente en uno de ellos, la Tierra, es razonable considerar que debería haber otros tipos de vida inteligente en alguna otra parte del cosmos.

Así, según los investigadores, la mayoría de las civilizaciones que han aparecido antes que nosotros probablemente se hayan autoaniquilado. Otras civilizaciones que todavía están activas en la galaxia es posible que sean muy jóvenes, debido a la propensión de la vida inteligente a erradicarse.

“Como no podemos asumir una baja probabilidad de aniquilación, es posible que la vida inteligente en otras partes de la galaxia sea todavía demasiado inexperta para ser observada por nosotros. Por lo tanto, nuestros hallazgos pueden implicar que la vida inteligente puede ser común en la galaxia pero aún es joven, lo que respalda el aspecto optimista para la práctica de SETI (búsqueda de inteligencia extraterrestre) ”, concluyen.

Pero, ¿con qué frecuencia se autodestruyen las civilizaciones? Es la variable con más incertidumbre del trabajo y, posiblemente, la más importante para determinar cómo de extendidas están esas civilizaciones.

Además, debemos tener en cuenta otros aspectos, como son la casi imposibilidad de contactar entre estas hipotéticas civilizaciones entre si, debido a su incapacidad técnológica, asi como con las posibles civilizaciones que se contemplarian en la escala de Kardashov que mide el grado de evolución tecnológica de una civilización, propuesto en 1964 por el astrofísico ruso Nikolái Kardashov, en sus tres categorías, llamadas Tipo III y III, basadas en la cantidad de energía que una civilización es capaz de utilizar de su entorno. Estos tipos, que se incrementan de manera exponencial, también denotan el grado de colonización del espacio, y que no observamos o percivimos. En términos generales, una civilización de Tipo I ha logrado el dominio de los recursos de su planeta de origen, Tipo II de su sistema planetario, y Tipo III de su galaxia.​

La civilización humana tendría actualmente un valor de 0,73 en dicha escala, con cálculos que sugieren que podríamos alcanzar el estado Tipo I en unos 100-200 años si no nos autoaniquilamos antes, el Tipo II en unos cuantos miles de años, y el Tipo III entre 100 000 a un millón de años, siendo muy optimistas.​


Una supernova a 40 años luz causaría una extinción masiva en la Tierra

Es la nueva estimación ofrecida por un equipo liderado por el investigador de la Universidad de Kansas Adrian Melott, profesor de física y astronomía, que corrige al alza el cálculo de un estudio publicado en Nature en 2003, a partir de isótopos de hierro-60 en fondos marinos antiguos correspondientes con una supernova registrada en el vecindario de nuestro sistema hace unos 2,6 millones de años. Melott ha seguido el progreso de estos hallazgos con un examen de los efectos de las supernovas en la biología de la Tierra. En una nueva investigación que aparece en Astrophysical Journal, el investigador y sus colegas sostienen que la distancia estimada de la supernova que se cree que ocurrió hace aproximadamente 2,6 millones de años debería reducirse a la mitad. Las estimaciones, según los cálculos que existían hasta el momento, es que esta estrella habría explotado estando a una distancia de 150 años luz.

La «Zona muerta» «La gente estimó la “zona muerta” para una supernova en un artículo en 2003, y llegaron a unos 25 años luz de la Tierra», dice Merlott en un comunicado. «Ahora pensamos que tal vez es un poco mayor que eso. No sabemos con precisión y, por supuesto, sería un cambio gradual, pero pensamos algo más como 40 o 50 años luz, así que un evento a 150 años luz debería tener algunos efectos aquí pero no desencadenar una extinción masiva».

Además de su distancia, las condiciones interestelares en el momento de una supernova influirían en su letalidad para la biología en la Tierra, en especial en lo referido a la posición de una línea de campo magnético en dirección a la Tierra desde el área de la supernova, a través de la cual se propagarían los rayos cósmicos de forma más eficiente. En tal caso, los autores piensan que los rayos cósmicos de la supernova a 150 años luz habrían penetrado en la atmósfera inferior de la Tierra. «Esta es una cosa mucho más fuerte», continúa. «Los rayos cósmicos de la supernova estarían entrando en la atmósfera inferior, teniendo un efecto sobre la troposfera. Todo tipo de partículas elementales penetran desde altitudes de 70-16 kilómetros y muchos muones llegan a la superficie. El efecto de los muones es mayor, pero imagínense que cada organismo en la Tierra recibe el equivalente de varias tomografías computarizadas por año. La tomografía computarizada tiene algún peligro asociado. Su médico no recomendaría una tomografía computarizada a menos que realmente lo necesite».

Melott explica que el cáncer y las mutaciones serían las consecuencias más obvias para la biología de la Tierra de los rayos cósmicos de una supernova. Con sus coautores, el científico examinó el registro fósil en África, el continente más geográficamente estable en la Tierra durante el Pleistoceno, cuando probablemente el efecto de una supernova llegó a la Tierra. «No hubo una extinción masiva, pero si hubo extinción y rotación de especies», añade. «No fue lo suficientemente severa como para llamarla una extinción masiva. Hay algún efecto posiblemente conectado a la supernova pero es difícil de determinar porque hay muchos efectos en competencia como el cambio climático». Además de los rayos cósmicos, el equipo encontró que una supernova habría causado que la luz azul brillara en el cielo por la noche durante aproximadamente un mes. «Eso ha demostrado ser algo bastante malo para casi todos los organismos vivos. Se altera el sueño y desordena su producción de melatonina», sentencia Mellot. La ionización atmosférica habría sido otro efecto a tener en cuenta.

UN COLAPSO ORDENADO, EN VEZ DE UN APOCALIPSIS

Aquellos pocos que llevamos años pensando que el colapso es inevitable y cercano en el tiempo (si no lo tiene claro, este post no le es útil) estamos en disposición de pensar sobre la conveniencia de su profundidad, rapidez y momento en que empiece a ser evidente al menos para una minoría “amplia”.

Defender que el colapso comience pronto es muy fácil y ya se hizo hace tiempo desde “Los límites del crecimiento”: cuanto más se resiste un sistema en crecimiento en caer “más dura resulta la caída” porque va desde más arriba y porque el sobrepasamiento habrá sido mayor y durante más tiempo, por lo que los daños sobre los ecosistemas soporte y sobre las “sociedades y cultura” soportes, son mayores y los nuevos límites terminan más “abajo”. Podemos verlo por cómo están siendo las reacciones de las élites y de la sociedad a la “trinza”: energía-clima-biodiversidad.

Ante la primera gran crisis energética por el pico del petróleo, nos estamos resistiendo a “hincar la rodilla” a base de biocarburantes, carbón, fracking, guerras, exclusión de la tarta económica, etc., medidas que hacen aún más frágil el sistema energético y social y que realimentan el caos climático y la extinción de poblaciones y especies. Mientras nos resistimos, van muriendo las gentes que “saben de todo” (arreglar zapatos, cultivar, construir una casa…) y los jóvenes van convirtiéndose en la generación peor preparada de la historia, sin resistencia ni resiliencia (salvo las que dan la pura juventud).

Perdimos la 1ª oportunidad de colapsar, con cierto orden, en la crisis del 2008-09, aunque creo que la ultima oportunidad de colapso “bueno” la perdimos tras las contrarreformas a las resistencias de Mayo del 68 y las crisis de los 70s del petróleo, que lejos de ser aprovechadas de verdad sufrieron un contraataque de las élites (del Imperio diría un fan de star wars) que tuvo éxito durante las tres décadas siguientes.

En 2015-16, tuvimos la 2ª oportunidad de colapsar con aún menores probabilidades de hacerlo bien. Se esperó un bucle de descenso rápido, pero solo tensamos aún más la cuerda, no sé si con una extensión del fracking a escala global o una mezcla de viejas y nuevas locuras. No lo creo y creo que esta vez es “la definitiva” y mi miedo es a que ese colapso relativamente rápido, e insisto, inevitable, comience un poco más tarde o trate de ser frenado por la “tecnología adecuada”.

Los colapsistas tendemos a pensar en cómo hacer para colapsar mejor, en como descender con cierto orden y a un estado que evite las cavernas o los escenarios que denominamos tipo Mad Max. Argumentamos que los no colapsistas –los que nos acusan de catastrofistas cuando se dignan en discutir con nosotros- son los que nos llevan precisamente a las cavernas o incluso a la extinción; son ellos los catastrófilos. Nos empuja un humanismo profundo (o por lo menos a muchos de los que conozco).

Pero muchos de entre nosotros creen que el colapso no debe ser demasiado rápido porque eso lo haría demasiado profundo.

Desde el punto de vista tecnológico el debate no es sencillo: ¿qué hacer con la agricultura ecológica, con las nuevas renovables o la arquitectura bioclimática? ¿Qué si son capaces de mantener más población si lo hacen con mayor impacto que tecnologías mucho más “bajas” tras un relativo fuerte colapso? ¿Y si esas transiciones tecnológicas hacen aguantar más la caída pero la profundizan?

Voy a defender aquí, sin excesivo convencimiento dada la complejidad del tema, la postura de que necesitamos un colapso rápido y bastante profundo para evitar las cavernas o la extinción humana. La apuesta es altísima pues.

La realimentación Caos climático-6ª extinción masiva, puede ser “mortal”. Si el caos climático va a ser más rápido de lo que proyectan nuestros modelos aunque emitamos menos de lo que proyectan esos mismos modelos, los efectos sobre la biodiversidad pueden llevarnos, casi seguro ya, a extinciones mayores del 25% de las especies, incluso superiores al 50% no son descartables (a pesar del pico de las fósiles por motivos geológicos). Esas extinciones suponen una debacle previa de las poblaciones animales y vegetales de más del 50% o de más del 80% (sobre una merma anterior del 50% de poblaciones terrestres), lo que implicaría unas realimentaciones brutales sobre los sistemas humanos que nos llevarían a las cavernas (si no a la extinción) y quizás, durante decenas de miles de años no saldríamos de “civilizaciones tribales” con muy baja población humana y un permanente riesgo de extinción, como en los comienzos del género Homo.

La catástrofe total podría ocurrir si hacemos una transición “lenta”, o bien porque mantenemos, aunque sea regionalmente, altos consumos, o bien porque la población desciende lentamente mientras sigue depredando bosques, mares, etc. (véase la encrucijada energética, etc.). Es interesante recordar que en la última extinción masiva, que extinguió 2/3 de las especies, la de los dinosaurios, acabó con prácticamente el 100% de las especies terrestres grandes –de más de 45 Kg-, el Homo sapiens no habría sobrevivido de haber estado allí, y el Homo technologicus menos).

Así, cuando doy unos límites tecnológicos bastante bajos para las energías renovables (a decir de algunos, pues hablamos de unos 4-6 TW eléctricos), de llevarlos a cabo, los modelos tienden a ralentizar el descenso y a alargarlo; si los sobrepasáramos, porque mis estimaciones son erróneas, la cosa iría a largo plazo aún peor, por lo que hoy pienso que lo que fueron unos cálculos desagradables de comunicar se han convertido en mi fuero interno en una buena noticia: las nuevas renovables no jugarán un papel relevante “positivo” en la transición/colapso, al igual que no lo hará la fisión nuclear (en todo caso, será mucho mejor abandonar molinos eólicos que residuos nucleares).

Un descenso rápido implica:

1º Un descenso poblacional rápido (quiebra de sistemas de salud, guerras, mas epidemias, mas catastrofes, etc) pero no necesariamente más profundo.

2º Más riesgo de guerras atómicas o químicas masivas.

3º Menos caos climático y pérdida de biodiversidad y de funciones ecosistémicas (salvo guerras atómicas o químicas masivas).

4º Menos impacto sobre la biomasa (si el descenso es lento nos iremos a deforestar como locos, también si este es rápido, pero durante menos tiempo y con menos población).

5º No sufren tantas generaciones humanas pero será durísimo para las dos siguientes.

6º Menos riesgos de olvidar (la ciencia, la técnica, las razones que nos llevaron al desastre).

Fuentes:

https://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/la-via-lactea-podria-estar-repleta-de-civilizaciones-muertas-341609230500?utm_term=Autofeed&utm_medium=Social&utm_source=Twitter#Echobox=1609231456

https://mysteryplanet.com.ar/site/una-supernova-a-40-anos-luz-causaria-una-extincion-masiva-en-la-tierra/

http://www.eis.uva.es/energiasostenible/?p=2834&fbclid=IwAR1-t8GMt3svmYJktdHfucbRNNjsFCaSPpC9U87mrU1Htrp-EVlIXLCsw-w